miércoles, 15 de mayo de 2013

Cree en mí como yo creo en ti, esta noche.


  Como cada día, fui al mismo sitio de siempre. Dejé mis cosas en el suelo, cogí aire, i comencé a cantar.
Hacía frío, estábamos a principios de Noviembre, y no ganaba suficiente dinero cantando en la calle como para comprarme ropa que me diera suficiente calor; el dinero se había convertido en algo efímero.
Mi meta en la vida siempre había sido dedicarme a hacer lo que me gustase: cantar; pero nunca me habría imaginado que lo acabase haciendo, si, pero en la calle. Aun y así era mi pasión.

   Un día, -todavía más frío- de Noviembre, un hombre se acercó a mi y, tocando las cuerdas de mi guitarra hizo que que dejara de sonar para poder hablar ... Ese hombre me dio la vida, me dio el brillo en los ojos y, lo más importante: me dio mi sueño i me lo dejó en las manos.
    Al día siguiente me encontraba viajando camino a Broadway, la ciudad de los musicales, junto a mi ángel de la guarda que me dio la oportunidad de estar allí. Entré muy nerviosa al auditorio para hacer las pruebas de autorización; no me había preparado nada, me encanta improvisar, así que como si en la calle estuviera, cogí aire y comencé a hacer eso para lo que había nacido. Cuando acabé me dieron las gracias, salí de aquella sala y cerré la puerta. Detrás de aquella puerta quedó la ilusión, las ganas, el esfuerzo, el brillo en los ojos y mi alma concentrada allí; y hasta que no me dijesen la respuesta final, no volvería a recuperar todo lo que había dejado atrás.

   Y como si de magia se tratase, allí estaba yo, encima del escenario de Broadway con miles de personas obserbando lo que íba a hacer. No comencé hasta que terminé de recordar todo los momentos que viví hasta que subí al escenario: aquellos fríos días de invierno haciendo lo que amaba en la calla; las calurosas horas de verano que dediqué haciendo lo que quería más que a mi misma ...

    Y probocándome un vuelco al corazón, el telón bajó de repente dejándome ver tras él millones de cámaras en el aire; y cegada por los focos, comencé.
Me sabía la obra de memoria, 37.570 palabras, 10.454 comas, 7.863 puntos a parte y un solo sueño: el mio.
    Una pequeña lágrima cayó de mi ojo mientras el público aplaudía; aquella lágrima representó tantos años de esfuerzo, tanta ilusión, tantas esperanzas que jamás se perdieron. Aquella obra nació y murió dentro de mi, y en aquellos momentos abrí bien los ojos para verlo más claro ... ¿Qué hacía yo en la ciudad de los rascacielos? Ahora si que lo sabía: cumplir mi sueño.



MERITXELL PAREJA CASALÍ
Sant Jordi 2013


1 comentario:

  1. THAT'S WHY YOU WON. WHEN I'LL BE AN OLD LADY I'LL TELL THE WORLD I USED TO TEACH THE MOST WONDERFUL WRITER IN THIS COUNTRY

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