10 años. Así de rápido. Casi sin pestañear.
3653 días pensando que en algún momento me dirían que es mentira y aparecerías por esa puerta, por la misma que he abierto mil veces para ir a verte y me contaras alguna de tus batallitas.
Habría mandado a la mierda Historia de España si no fuera porque, por instantes, me recordaba a ti.
10 años y un día.
Ojalá volver a ese momento y decírtelo.
Decirte las dos palabras que nunca escuchaste salir de mi boca y que ahora susurro cada vez que tu nombre atraviesa mi mente.
10 años y un día.
Ojalá volver y abrazarte.
Y escucharte.
Y entenderte.
Y valorarte como nunca hice.
Y darme cuenta de que las personas no son eternas y algún día se tienen que ir.
Pero no tan pronto. No tan rápido. No tan injustamente.
10 años y un día.
Ojalá una oportunidad.
Que por un día la vida fuese justa y compensase las mil veces que no lo ha sido.
10 años sin ti, yayo.
Y mírame ahora.
Caminando, sin rumbo fijo, dedicándote todas mis victorias.
Ojalá estuvieses aquí. Y me dieses una palmadita en la espalda que me espabilase definitivamente.
Ojalá no tuviese que pensarte. Que con picar a tu timbre ya te tuviese. Ojalá ahora que soy mayor poder llevarte otros regalos que no fuesen flores.
Ojala yayo, algún día, volver a caminar juntos de la mano.
Te quiero
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